El médico e investigador francés Jérôme Lejeune es el padre de la genética moderna y mundialmente reconocido como descubridor del síndrome de Down. Lejeune soñaba con curar el síndrome de Down y para ello creó una fundación en Francia, Fondation Lejeune, dedicada a la investigación y al tratamiento no sólo del síndrome de Down sino también de otros síndromes de discapacidades mentales genéticos.
En 1969, pese a que el Dr. Lejeune era muy reconocido en todos los centros de investigación del mundo, se le cerraron repentinamente todas las puertas ya que fue claro en mostrar su postura contra el aborto en ese tiempo en que iniciaron las campañas abortistas en Europa y Estados Unidos. En el libro Life is a Blessing: a biography of Jerome Lejeune (La vida es una bendición: una biografía de Jérôme Lejeune), su hija Clara cuenta que el rechazo a su postura contra el aborto fue a tal extremo que nadie se interesó cuando hizo su descubrimiento sobre el síndrome de Down.
En 1971 realizó un discurso en el National Institute for Health y después de esto mandó un mensaje a su esposa en el que dijo: “hoy perdí mi premio Nobel”. El contenido del discurso fue meridianamente claro cuando se refirió al aborto diciendo: “Ustedes están transformando su instituto de salud en un instituto de muerte”.
El descubridor del síndrome de Down fue un duro opositor de que sus descubrimientos se utilizaran para prejuzgar la vida que estaba creciendo y eliminarla. Esa es una de las razones por las que se impulsó un proceso de beatificación que esta semana cerró en Notre Dame (Francia) la fase investigativa. En 2004, 10 años después de la muerte de Lejeune, Fiorenzo Angelini, presidente del Consejo Pontificio para la Pastoral de la Salud, solicitó el inicio del proceso de canonización del científico, que fue abierto en 2007. Años antes, en 1997, Juan Pablo II, en la Jornada Mundial de la Juventud de París, fue a rezar ante la tumba del que consideró su amigo y llegó a ser el primer presidente de la Academia Pontificia para la Vida.
El síndrome de Down no tiene tratamiento ni antes ni después del parto, un diagnóstico temprano solamente sirve para someterlos al riesgo de ser abortados, lo cual sucede en un alto índice. La dosificación de la información es ética y humanitaria cuando va orientada al bien del paciente, la falta de prudencia y la precipitación al informar es negligencia si pone en riesgo la vida del paciente. No supone ningún beneficio para el portador de una cromosopatía que se le diagnostique antes de nacer. Donde el aborto es legal, entre el 70% y el 90% de los fetos con síndrome de Down son abortados. Es una discriminación que elimina a las personas que no son “normales”.