Carmen Gutiérrez era ya madre de dos hijos cuando nació su hija Raquel. Al saber que era sÃndrome de Down decidió no llorar para que cuando su hija fuera mayor nunca pensara que era un motivo de sufrimiento para su madre. La crió sin tapujos y sin lágrimas, y hoy Raquel tiene un trabajo, vive en una vivienda compartida y ni ella ni su madre se marcan lÃmites para el futuro.