Los problemas de conducta son el problema número 1 a la hora de conseguir la inclusión social, y suelen ser una gran preocupación para los padres. En el siguiente artículo vamos a ver cómo podemos actuar para tratar de solucionar los problemas de conducta de nuestros hijos con síndrome de Down:
Primero de todo debemos cambiar el foco de atención. Debemos entender y comprender los problemas de conducta. Durante las diferentes etapas evolutivas, algunas conductas desde el punto de vista de lo adultos parecen inadecuadas, pero son necesarias para el desarrollo de la personalidad de los niños y la adquisición de habilidades de autocontrol, la tolerancia a la frustración, la resolución de problemas…
¿Qué son problemas de conducta?
Hablamos de problemas de conducta cuando se dan cuatro factores:
- Etapa evolutiva: Se explican desde las condiciones propias de la etapa evolutiva (edad de desarrollo) de la persona. Por ejemplo, en los primeros años de vida aparecen los berrinches y las pataletas, pero esto es algo que ya no se da en la adolescencia.
- Frecuencia: Presenta una frecuencia excesiva
- Tiempo: Persiste en el tiempo de una manera estable
- Afecta al desarrollo del niño: Afecta de forma negativa a la persona que lo manifiesta, interfiriendo en su desarrollo personal, familiar, social, curricular, etc.
¿Cómo comprender los problemas de conducta?
Los niños no se portan de forma inadecuada de forma deliberada. Detrás de un niño con problemas de conducta hay un niño que sufre, hay una conducta que lo aparta de sus amigos y de su familia. Ningún niño elegiría tener problemas de conducta.
Los niños con problemas de conducta tienen dificultades en el área de las habilidades sociales y en el manejo y gestión de las emociones que nos ayudan a ser tolerantes, pacientes y que nos dan la capacidad para evitar conductas explosivas. Detrás de un problema de conducta siempre hay una necesidad. Con su conducta el niño nos está diciendo que algo está mal, que necesita algo y que necesita ayuda para hacerlo mejor.
Todos los niños necesitan pertenecer y sentirse importantes. Los niños fácilmente pueden cubrir esa necesidad de manera inadecuada a través de conductas disruptivas. Los problemas de conducta son una oportunidad para enseñar habilidades sociales, emocionales y para la vida que le ayuden a convertirse en adultos capaces, responsables, y felices.
Existen dos formas de analizar los problemas de conducta:
- Cuando analizamos solamente la conducta y sólo nos quedamos con el berrinche, la desobediencia, el incumplimiento de las normas. En ese caso sólo hay culpas y castigos
- La segunda forma va más más allá de la conducta y trata de comprender qué hay detrás de esos comportamientos: hay un grito de ayuda de nuestro hijo o hija. Queremos escucharlo, entenderlo, comprenderlo y aprender.
Cuando hay problemas de conducta, el foco de atención solemos ponerlo en los niños. Pero debemos dejar de centrarnos en que cambien ellos y mirarnos a nosotros mismos como adultos. ¿Cómo es mi actitud ante los problemas de conducta de mi hijo? ¿Cómo las gestiono? ¿Cómo actúo?
Como padres les cuidamos, les atendemos, les queremos, pero también les tenemos que enseñar a vivir y educar para ser un miembro más en la sociedad. Si nos hacemos esta pregunta, ¿qué necesita tu hijo para aprender de ti? Necesita confiar en ti y a través de esa confianza sentirse seguro y capaz.
Para atender y dar una respuesta a las necesidades de nuestros hijos debemos seguir 3 pasos:
1er paso: conocer y apreciar todos los rasgos que definen la personalidad de nuestros hijos: el tiempo que pasan activos/inactivos. Cómo es su respuesta inicial, cómo reacciona ante nuevas personas, objetos, situaciones, lugares… como es su reacción ante los cambios. Conocer cuál es su estado de ánimo, la intensidad de sus reacciones, su capacidad de distraibilidad, la capacidad de atención…
2º paso: Retos y Habilidades: Enumera las conductas que te preocupan. Analiza qué sentimientos te provocan estas conductas y las reacciones (lo que hacemos) frente a las conductas problemáticas. Ponte en su piel. De esta forma nos va a permitir entender cómo nuestros sentimientos, comportamientos, puede provocar o reforzar los comportamientos inadecuados que queremos cambiar.
Crea tu hoja de ruta: la lista de retos y habilidades para la vida: responsabilidad, autocontrol, cooperación…
3er paso: entiende los comportamientos de tu hijo y después da una respuesta. Muchas veces damos respuesta sin entender el comportamiento de nuestro hijo, sin entender cómo funciona su cerebro. Para ello es importante tener en cuenta cómo funciona el cerebro.
El cerebro se compone de 3 partes:
Cerebro cognitivo: Es la corteza prefrontal, encargado de pensar
Cerebro emocional: Es el sistema límbico, encargado de las emociones
Cerebro instintivo: Tronco del encéfalo, es el cerebro más primitivo que regula las funciones vitales y las conductas relacionadas con la supervivencia (atacar, huir, paralizarse…)
Cuando sentimos emociones muy fuertes, como la rabia, automáticamente se activa el sistema límbico. Este sistema anula la corteza cerebral y por tanto nuestra capacidad de autocontrol. Y no podemos volver a unirlas y controlar las tres partes del cerebro hasta que alcancemos la calma.
Cuando nuestro hijo se deje llevar por una emoción nuestra reacción debe ser calmada.
¿Qué herramienta puede ser útil cuando nuestro hijo se deja llevar por una emoción? La utilización del Tiempo fuera positivo: Cuando empezamos a notas que el niño se deja llevar por la emoción, le acompañamos al lugar para el Tiempo fuera positivo. Puede ser un lugar que haya escogido el niño, donde se sienta cómodo. Podemos tener cojines, almohadas, algún muñeco. Incluso música, podemos utilizar el recurso que tengas disponible que le ayude a nuestro hijo. Es importante haberlo hablado con él primero y que sepa en qué consiste y los beneficios que le aporta, ya que le permite calmarse, superar el estado anímico de descontrol, recuperar el control y el cerebro racional y desde la calma, reflexionar y corregir el mal comportamiento de una manera respetuosa.
¿Qué otras herramientas pueden serme útiles?
Vamos a ver algunas herramientas que podemos trabajar con niños que utilizan el Poder Mal Dirigido o que tienen Incapacidad Asumida.
Poder Mal Dirigido
Tenemos niños que nos desafían, se niegan a hacer lo que se les dice o lo hacen cuando les parece.
“Sólo me siento importante cuando mando yo o impido que tú mandes, cuando te demuestro que no puedes obligarme ni detenerme.”
Mensaje codificado del niño: Déjame ayudar. Dame opciones.
Sentimiento del adulto: Se siente constantemente retado, provocado, amenazado, desafiado.
Reacción del adulto: Ceden porque se siente superado. Reacciona tratando de obligar al niño a que ceda él mediante castigos o luchas de poder.
Herramientas para Poder Mal Dirigido:
- Rutina: Las rutinas planificadas conjuntamente, que el niño haya ayudado a crear pueden evitar muchas luchas de poder entre padres e hijos. Ofrecer opciones limitadas: a todo el mundo le fusta tener opciones en la vida y tu hijo no es una excepción, De esta manera tiene sensación de control sobre su vida.
- Pídele ayuda: Los niños se vuelven más cooperativos, cuando les pedimos ayuda, en vez de decirle lo que tienen que hacer. Proporcione oportunidades para que su hijo use el poder de forma constructiva. El niño que siempre empuja a sus compañeros para llegar el primero de la fila le damos la llave para que sea el responsable de abrir y cerrar
- No luche ni ceda. Manténgase firme y emocionalmente tranquilo.
Incapacidad Asumida
Tenemos niños que se sienten realmente incapaces de realizar determinadas acciones, actividades, responsabilidades… y este convencimiento es tan grande que se muestra ausente, indiferente, pesimista, y desesperanzado. No hace nada, ha asumido que no puede.
Mensaje codificado del niño: No te rindas. Enséñame paso a paso.
Sentimiento del adulto: Desesperado, inútil, nada parece dar resultado, frustrado.
Reacción del adulto: Compararle con otros (con la intención de que reaccione). Criticarle, “es que es un vago”, hacer el trabajo por él rescatándolo. Rindiéndose (no hay nada que hacer con él).
Esta meta equivocada es la menos desafiante pero la más desalentadora.
Herramientas que nos pueden ir bien para tratar esta Incapacidad Asumida:
- Dividir las tareas en pequeños pasos: Pídeles que hagan cosas sencillas en las que puedan demostrar su capacidad y aumentar su confianza.
- Recuérdale todo lo que ha logrado. No te rindas, demuéstrale que crees en él, que tienes fe y confianza en que podrá
- Ayúdale a realizar tareas: ayudar no es rescatar, no es hacerlo todo por el pequeño, es tener paciencia e ir realizando juntos tareas, y de forma paulatina, permitir que los niños conforme vaya cogiendo confianza en sí mismos, las realicen solos.
- Utiliza los errores de tu hijo como oportunidades maravillosas de aprendizaje, y no como motivo de castigo o regañina. El mensaje que tenemos que transmitir es que nuestro hijo no tenga miedo al fracaso, que la próxima vez le va a salir mejor. La mayoría de las veces reforzamos pero se nos olvida que lo que debemos buscar es la motivación interna, el hacer las cosas porque tiene sentido para ellos, porque se sienten bien haciéndolas.
Otras herramientas:
- Firmeza: la firmeza tiene que ver con ser congruente con tus palabras Se fiel a tu palabra y a tus decisiones. Los niños tienen que sentirse seguros.
- Muestra empatía, comprende sus sentimientos, comparte alguna vez que te sentiste igual.
- Ofrece alternativas para una solución.
- Anticipa-informa de lo que está por venir.
- Propón opciones limitadas: consiste en que les des a elegir diferentes opciones que sean válidas como solución.
- Deja que hagan las cosas ellos, pero enséñales cómo:
- Paso 1. Hazlo tú y que tu hijo vea cómo lo haces
- Paso 2. Hazlo tú y que tu hijo te ayude
- Paso 3. Que lo haga tu hijo y tú le ayudas
- Paso 4. Que lo haga tu hijo y tú le miras
- Utiliza “en cuanto…” en vez de “ si no”
En cuanto te vistas, nos vamos al parque. Parece una consecuencia lógica. En cambio usar una frase del tipo “si no te vistes, no vamos al parque” parece más una amenaza.
- Dedica tiempo a enseñar y céntrese en pequeños pasos.
- Cuídate. Haz una lista de cosas que puedes hacer cuando percibes que estás a punto de sentirte superado o abrumado por la situación.
- Consecuencias naturales. Cunado un padre premia o castiga a su hijo, esta negándole la oportunidad de tomar decisiones y de responsabilizarse de su vida. En cambio, las consecuencias naturales y lógicas hace que el niño se responsabilice de su comportamiento.
- Conexión antes de corrección: Mira al niño desde el reconocimiento y aceptación por lo que es y por quién es. La corrección tradicional implica hacer algo a los niños: castigo, pérdida de privilegios… La corrección positiva implica hacer algo con los niños (junto a): involucrándoles siempre que sea posible y encontrado soluciones conjuntas.