Manejo de la conducta en niños...

Escrito por:  Maria

El manejo de la conducta en niños y niñas con síndrome de Down requiere comprensión, paciencia, constancia y una visión educativa centrada en las capacidades y no en las limitaciones. Comprender el significado de la conducta y las razones que la originan es el primer paso para acompañar de forma efectiva a estos niños en su desarrollo integral.

¿Qué es la conducta?

La conducta puede definirse como una acción o un conjunto de acciones que una persona realiza con un propósito determinado. En otras palabras, es una forma de comunicación que expresa deseos, necesidades o emociones. Toda conducta, tanto la que consideramos “adecuada” como la “inadecuada”, tiene un sentido y un objetivo. Por eso, más que juzgar o castigar, es fundamental interpretar lo que el niño intenta comunicar con su comportamiento.

En el caso de los niños con síndrome de Down, muchas veces las conductas son utilizadas como estrategias para conseguir algo que desean, evitar una situación que les resulta desagradable o llamar la atención de los adultos. Cuando comprendemos esta función comunicativa, podemos responder de manera más empática y efectiva.

¿Qué podemos observar?

Algunas conductas pueden manifestarse en excesos o déficits. Entre los excesos más comunes se encuentran la agresión física o verbal, los llantos prolongados, los gritos, los arrebatos emocionales o el control deficiente de los impulsos (por ejemplo, correr o escalar en lugares inapropiados como el aula). Entre los déficits, es habitual observar dificultades en la comunicación, en la interacción social o en el seguimiento de instrucciones.

Estas conductas no son simples “malas acciones”, sino respuestas ante diversas circunstancias. Un niño puede comportarse de forma inadecuada para escapar de una situación indeseable, buscar interacción social o atención, satisfacer una necesidad sensorial, o simplemente obtener algo que desea. Entender el motivo nos permite intervenir de manera más adecuada, enseñando estrategias alternativas y conductas positivas de reemplazo.

Establecer límites y normas claras

Los límites son una herramienta esencial para el desarrollo emocional y social de todos los niños, especialmente para aquellos con síndrome de Down. Los límites proporcionan seguridad, estructura y orientación, ayudándolos a comprender qué se espera de ellos y cómo deben comportarse en diferentes contextos.

Es importante que los adultos —padres, maestros y cuidadores— establezcan reglas coherentes, simples y consistentes. Por ejemplo, no se debe permitir que los niños golpeen puertas, tiren juguetes o agredan a otros. Si toleramos estas conductas bajo la excusa de que “son pequeños”, corremos el riesgo de que se repitan en distintos entornos y etapas. La coherencia entre la familia, la escuela y otros espacios es fundamental para generalizar los aprendizajes.

Un niño que aprende a respetar los límites y las normas básicas de convivencia será más capaz de integrarse en su grupo social y de desenvolverse con autonomía y respeto.

Cómo enseñar conductas adecuadas

La enseñanza de conductas positivas requiere tres palabras clave: decir, mostrar y hacer.

  1. Decir: explicar con claridad qué se espera que el niño haga. Utilizar un lenguaje simple, concreto y directo. Es esencial mantener contacto visual para asegurarse de que comprende el mensaje.
  2. Mostrar: los niños aprenden observando. Modelar la conducta deseada ayuda a que entiendan a qué nos referimos.
  3. Hacer: acompañar al niño durante la realización de la acción, guiándolo paso a paso. De este modo, podrá interiorizar la conducta correcta y repetirla en el futuro de manera autónoma.

El objetivo es enseñar conductas y habilidades de reemplazo, es decir, ofrecer alternativas adecuadas a los comportamientos problemáticos. Por ejemplo, si un niño grita para llamar la atención, podemos enseñarle a tocar suavemente el hombro del adulto o a usar una palabra o gesto acordado.

Canales de aprendizaje

Cada niño tiene un estilo particular de aprendizaje, y conocerlo facilita el proceso educativo. Existen tres canales principales:

  1. Visual: los niños con síndrome de Down suelen tener un fuerte aprendizaje visual. Por eso, es recomendable usar imágenes, pictogramas, gestos y demostraciones. La expresión facial debe ser neutra y clara, evitando gestos de enfado o frustración que puedan confundirlos.
  2. Auditivo: este canal puede ser más difícil para algunos niños debido a posibles problemas auditivos o de procesamiento. Cuando damos instrucciones verbales, debemos usar un tono firme pero calmado, con un mensaje breve y claro y un volumen moderado.
  3. Sensorial: muchos niños aprenden a través del movimiento, la manipulación y la experiencia física. Incorporar actividades sensoriales y motrices les ayuda a regular su conducta y a mantener la atención.

Estrategias para establecer conductas

Para instaurar una conducta adecuada se necesitan varios elementos clave:

  • Repetición: la práctica constante consolida los aprendizajes.
  • Constancia: todos los adultos implicados deben actuar de la misma manera.
  • Paciencia: el cambio de comportamiento lleva tiempo; los avances pueden ser graduales.
  • Elogios adecuados: reconocer los esfuerzos y logros refuerza la autoestima y motiva al niño.
  • Regulación emocional: el adulto debe mantener la calma, ya que los niños perciben y reproducen los estados emocionales de quienes los rodean.

El papel del lenguaje

El lenguaje verbal y no verbal desempeña un papel central en el manejo de la conducta. Las palabras deben ser sencillas, positivas y directas, evitando etiquetas negativas como “malo” o “caprichoso”. En su lugar, se recomienda describir la conducta y ofrecer alternativas: “No se tira el juguete, lo colocamos en la caja”.

El lenguaje corporal también comunica: los gestos, la postura y el tono de voz deben transmitir serenidad y coherencia con el mensaje verbal. La comunicación efectiva fomenta la comprensión y reduce la frustración, uno de los desencadenantes más comunes de las conductas desafiantes.

Considerar factores médicos

Antes de atribuir un cambio brusco en la conducta a causas emocionales o educativas, es importante descartar factores médicos que puedan estar influyendo. En los niños y niñas con síndrome de Down son frecuentes algunos problemas de salud que pueden alterar su comportamiento, como la apnea del sueño, el dolor físico, los problemas auditivos o de visión, las convulsiones, o los cambios hormonales (como el síndrome premenstrual o la menopausia en adolescentes y adultos). Detectar y tratar estas condiciones mejora significativamente la conducta y el bienestar general.

Conductas inadecuadas más comunes

Entre las conductas desafiantes que pueden observarse con mayor frecuencia se encuentran:

  • Incumplimiento o desobediencia, especialmente ante cambios o transiciones.
  • Dificultad para adaptarse a nuevas rutinas o entornos.
  • Agresiones físicas o verbales.
  • Lanzar objetos o destruir materiales.
  • Gritos desproporcionados ante la frustración.
  • Conductas autolesivas, como golpearse o morderse.

Estas conductas deben abordarse con comprensión, estructura y estrategias educativas, evitando castigos físicos o verbales. La clave está en ofrecer apoyo emocional, enseñar habilidades sociales, fomentar la autorregulación y proporcionar modelos positivos.

Conclusión

El manejo de la conducta en los niños con síndrome de Down no se basa en la corrección inmediata, sino en la enseñanza continua y afectuosa. Requiere de un entorno estable, normas claras, límites firmes y adultos comprometidos que acompañen con amor, coherencia y paciencia. Cuando se les brindan herramientas adecuadas, los niños desarrollan mayores niveles de autonomía, autocontrol y participación social.

A través de la comprensión, la comunicación y la educación positiva, es posible transformar las conductas desafiantes en oportunidades de aprendizaje y crecimiento, fortaleciendo no solo al niño, sino también a su familia, sus cuidadores y su comunidad educativa.