Causas de los Desafíos del Habla en Personas con Síndrome de Down
Para comenzar, definamos qué es un síndrome. Un síndrome es un conjunto de síntomas o características observables que afectan a varios sistemas del cuerpo. En el caso del síndrome de Down, surge de una diferencia cromosómica. La mayoría de las personas tienen 46 cromosomas, o 23 pares. Sin embargo, las personas con síndrome de Down tienen un cromosoma adicional en el par 21, lo que les da 47 cromosomas en lugar de 46.
De hecho, existen tres tipos de síndrome de Down. Dos de estos tipos resultan en 47 cromosomas en cada célula, mientras que un tipo implica 47 cromosomas solo en algunas células. Las características del síndrome de Down incluyen rasgos como estatura baja, rasgos faciales distintivos, pérdida auditiva y visual, problemas digestivos, tono muscular bajo, inestabilidad atlantoaxoidea, problemas de tiroides, dificultades de aprendizaje y memoria debido a una discapacidad intelectual, defectos cardíacos y problemas de sueño.
Una persona con síndrome de Down puede no tener todos estos desafíos; generalmente solo presenta un subconjunto de los mencionados. Hay otros problemas potenciales, pero estos son los principales.
Hoy exploraremos cómo estas características afectan el habla. Hay cuatro formas principales en que esto ocurre:
- Estructura
- Tono
- Cognición
- Procesamiento sensorial
- Estructura
- Forma de la cabeza: La parte media de la cara, incluyendo la nariz, la boca y la mandíbula superior, tiende a ser más pequeña en las personas con síndrome de Down. Esto se conoce como hipoplasia y afecta las vías respiratorias. Debido a que hay menos espacio en la cara y la boca, se necesita mayor precisión para lograr el mismo nivel de claridad en el habla que en personas con desarrollo típico.
- Paladar: El paladar (techo de la boca) en individuos con síndrome de Down suele ser más alto y estrecho, lo que requiere que muevan la lengua más para producir sonidos del habla precisos. También puede haber diferencias en las amígdalas y los dientes.
- Oídos: Normalmente, la parte superior de las orejas está alineada con las cejas, pero en las personas con síndrome de Down, las orejas están un poco más bajas. Esto puede causar retención de líquido en el oído medio, lo que provoca infecciones frecuentes, congestión y posible pérdida auditiva. Estos problemas de audición, ya sean temporales o permanentes, afectan el habla y suelen ocurrir estacionalmente, entre octubre y mayo.
- Tono
El tono muscular se refiere a cómo los músculos responden a un estiramiento pasivo, como la gravedad, en lugar de la fuerza muscular. Las personas con desarrollo típico tienen suficiente tono muscular para mantener la boca cerrada en reposo y respirar por la nariz. En las personas con síndrome de Down, el tono muscular bajo puede hacer que la boca permanezca abierta, lo que lleva a una respiración por la boca y a una postura baja de la lengua, lo que también dificulta la producción del habla.
- Cognición
Las personas con desarrollo típico pueden aprender nuevos sonidos del habla o palabras después de unas pocas repeticiones. Sin embargo, las personas con síndrome de Down suelen necesitar más práctica y repetición para aprender cosas nuevas, incluido el habla.
- Procesamiento sensorial
Las personas con síndrome de Down pueden experimentar hipo o hipersensibilidad a los estímulos sensoriales. La hipo-sensibilidad puede llevar a que se lleven objetos a la boca con mayor frecuencia, ya que no registran los estímulos sensoriales con la misma facilidad. Por otro lado, la hipersensibilidad puede hacer que se sientan abrumados por estímulos que normalmente no molestarían a otras personas. Ambas situaciones pueden afectar el habla.
Cuando se combinan los problemas relacionados con la estructura, el tono, la cognición y el procesamiento sensorial, es casi inevitable que haya un retraso en el habla. Las personas con síndrome de Down necesitan más tiempo para desarrollar sonidos del habla, desde las primeras etapas como “ah”, hasta palabras más complejas.
También es más probable que tengan trastornos en la producción de sonidos. El desarrollo del habla sigue un patrón de construcción por etapas, pero debido a los problemas estructurales y de tono, algunos sonidos fundamentales, como /k/ y /g/, pueden ser más difíciles de producir. Un paladar alto y estrecho, junto con una postura baja de la lengua, dificulta que la lengua se coloque correctamente para producir estos sonidos.
Varios trastornos del habla y de los sonidos pueden aparecer, entre ellos:
- Apraxia infantil del habla: Un trastorno del habla de tipo motor, donde la planificación motora del cerebro no siempre se comunica efectivamente con la boca.
- Disfluencias: Como el tartamudeo o el cluttering. El cluttering implica la inserción de palabras adicionales, mientras que el tartamudeo incluye la repetición de sonidos o bloqueos del habla.
- Disartria: Una condición que implica debilidad muscular, lo que da lugar a un habla “difusa”, suave o poco clara. A veces se describe como si la persona tuviera “canicas en la boca”.
Otros factores, como el trastorno del espectro autista (TEA), la epilepsia o la recuperación postoperatoria, pueden complicar aún más el desarrollo del habla.
¿Qué se puede hacer?
Lo más importante es no entrar en pánico. En su lugar, concéntrese en formar un equipo de profesionales que puedan ayudar a abordar los problemas específicos que afectan el habla.
- Otorrinolaringólogo: Un especialista en oídos, nariz y garganta puede evaluar si la eliminación de las amígdalas o las adenoides puede crear más espacio en la garganta y la boca, mejorando la respiración y el habla.
- Audiólogo: Revisiones auditivas regulares (aproximadamente cada seis meses) pueden detectar pérdidas auditivas estacionales o permanentes, y el audiólogo podría recomendar la colocación de tubos o audífonos si es necesario.
- Ortodontista: Un ortodontista puede sugerir un expansor palatino para crear más espacio en la boca, mejorando la respiración y el habla.
- Terapeuta miofuncional: Este terapeuta puede trabajar en mejorar la respiración nasal y reducir la respiración por la boca.
Compensación para el tono muscular bajo
Aunque el tono muscular bajo no se puede cambiar, se pueden emplear estrategias para compensarlo. La postura adecuada es fundamental. Idealmente, el estudiante debe sentarse en una posición de 90-90-90 (ángulos de 90 grados en las caderas, rodillas y tobillos) con los pies en el suelo. Un terapeuta ocupacional puede ayudar a determinar si se necesita más apoyo, como reposabrazos o reposapiés. Una buena postura ayuda a mejorar la concentración y el tiempo de atención en las tareas. Las pausas para moverse también ayudan a combatir los efectos del tono muscular bajo.
Abordar los desafíos cognitivos y sensoriales
Para los desafíos cognitivos, la práctica diaria y motivadora es clave. Involucre a los estudiantes en actividades basadas en sus intereses, ya sea que disfruten de princesas o de ver videos en YouTube, para que el aprendizaje sea divertido y efectivo.
Para los problemas sensoriales, la conciencia es esencial. Trabajar con un logopeda y un terapeuta ocupacional puede proporcionar orientación sobre cómo mejorar la integración sensorial, la postura y el juego. El logopeda puede ayudar con el desarrollo de sonidos del habla, la introducción de dispositivos de comunicación asistida y la resolución de dificultades del habla.